Ni fijo ni de tramo: así funciona el nuevo radar invisible que ya está multando en España
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En los últimos años, la vigilancia en carretera ha dado un salto cualitativo gracias a la incorporación de nuevas tecnologías, y uno de los dispositivos que más está dando que hablar en España es el radar remolque, también conocido como radar invisible. Este dispositivo se ha empezado a ver en las carreteras catalanas, pero su presencia podría extenderse rápidamente al resto del país, revolucionando por completo el control de velocidad. Diseñados para moverse con facilidad y operar de forma autónoma, representan una herramienta eficaz y estratégica para mejorar la seguridad vial.
El aumento de los accidentes de tráfico y la necesidad de hacer cumplir los límites de velocidad han impulsado a las autoridades a buscar nuevas formas de control más versátiles y menos previsibles. A diferencia de los radares tradicionales, estos nuevos dispositivos pueden actuar en puntos críticos sin necesidad de una infraestructura fija. Su capacidad de desplazamiento, combinada con una autonomía sorprendente y tecnología punta, los convierte en una solución moderna para esta problemática.
Así funciona el radar invisible de la DGT
Este radar destaca por su diseño compacto y robusto. A simple vista, puede parecer una simple caja blanca situada a un lado de la carretera, pero esconde en su interior un sistema de medición de velocidad de última generación. Utiliza tecnología láser de alta precisión para registrar la velocidad de los vehículos incluso en tramos con varios carriles y con un margen de error mínimo.
Una de sus principales ventajas es la autonomía que ofrece. Equipado con baterías de larga duración, puede funcionar durante varios días sin necesidad de estar conectado a la red eléctrica. Esto le permite ubicarse en zonas remotas o en tramos donde hasta ahora era inviable instalar un radar fijo. Esta autonomía también lo convierte en una opción mucho más flexible y rentable para las autoridades.
La movilidad es otra de las claves del éxito del radar invisible. A diferencia de los dispositivos fijos, éste puede cambiar de ubicación cada pocos días, dificultando que los conductores se acostumbren a su presencia. Además, al considerarse un radar móvil, no está señalizado, lo que incrementa su capacidad disuasoria. Muchos conductores han expresado su preocupación por esta característica, considerándola una forma encubierta de incrementar la recaudación por multas.
Este dispositivo también puede discriminar entre distintos tipos de vehículo. Esto significa que puede diferenciar entre coches, motos, furgonetas o camiones, aplicando los límites de velocidad que corresponden a cada tipo. Esta funcionalidad contribuye a un control más justo y eficiente, evitando errores en la imposición de sanciones.
La tecnología utilizada proviene de Alemania. La empresa Vitronic es la encargada de fabricarlos, y su modelo Pilar City Design incluye sensores giratorios y sistemas de flash que permiten controlar el tráfico en ambas direcciones, desde el arcén o desde una mediana. El corazón del dispositivo es el radar Poliscan Speed, uno de los más precisos del mercado, con capacidad para funcionar de forma ininterrumpida bajo cualquier condición meteorológica.
En cuanto a su ubicación, hasta ahora se han instalado en puntos estratégicos como la AP-7, a su paso por Santa Perpètua de Mogoda y La Roca; en la C-31, en Bellvitge; y en la B-23 en dirección sur. Estos puntos fueron seleccionados tras un estudio en el que se analizaron 150 tramos con alta concentración de accidentes.
Desde el Servei Català de Trànsit (SCT), organismo responsable de la gestión del tráfico en Cataluña, se ha defendido la implementación de estos dispositivos como parte de un plan ambicioso para reducir la siniestralidad vial en un 50% de cara al año 2030. Según datos preliminares, la eficacia de estos radares es notoria: en tan solo tres días, dos unidades instaladas en la C-31 y la AP-7 controlaron a más de 65.000 vehículos, imponiendo cerca de 10.000 sanciones por exceso de velocidad.
La Dirección General de Tráfico (DGT), por su parte, ya ha mostrado interés en replicar el modelo catalán a nivel nacional. Con una inversión inicial de casi un millón de euros, el SCT ha adquirido 15 unidades adicionales, y se espera que el número aumente progresivamente si los resultados continúan siendo positivos.
Este nuevo enfoque de vigilancia representa un cambio de paradigma: ya no basta con conocer los puntos habituales donde se colocan los radares. Ahora, cualquier tramo de carretera puede estar bajo vigilancia, obligando a los conductores a mantener una conducción prudente en todo momento.
«La velocidad excesiva o inadecuada ejerce una influencia muy negativa sobre tus capacidades para conducir y te expone con mucha facilidad a situaciones de alto riesgo. La probabilidad de morir o sufrir lesiones graves permanentes es mucho mayor en un accidente con velocidad excesiva que en otro con una velocidad más moderada. Esto sucede independientemente de si la causa última del accidente ha sido o no el exceso de velocidad. Si siempre conduces a una velocidad excesiva o inadecuada, es una mera cuestión de tiempo que acabes por sufrir un siniestro», recuerda la DGT.